
El club de 'la mala reputación'
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El club de 'la mala reputación'
Viernes, 12 de Septiembre 2025
Tiempo de lectura: 4 min
Ni siquiera sabía que existía ese club de 'la mala reputación' hasta que conocí a otro de sus miembros: Monica Lewinsky», explica Amanda Knox en referencia a mujeres cuya historia ha sido distorsionada y vendida como entretenimiento. Y, aunque sus experiencias tuvieron lugar en momentos y circunstancias diferentes, existen muchos paralelismos en su lucha por recuperarse de un escándalo que las situó en el punto de mira de la prensa sensacionalista y que las dejó marcadas para siempre.
En el caso de Amanda, ella y su novio Raffaele Sollecito pasaron cuatro años en prisión condenados por el asesinato de la estudiante británica Meredith Kercher, la joven con la que Knox compartía piso en la ciudad italiana de Perugia en 2007. La Fiscalía llegó a mantener que se trataba de un asesinato ligado a un supuesto ritual sexual satánico y la prensa colaboró en presentar a Knox como una dominatrix, promiscua y capaz de manipular a todo varón que se le cruzara por delante.
Los medios hablaban de una Knox tan fría y despiadada que era capaz de irse a comprar lencería en los días posteriores al asesinato de su amiga. «Cuando miras a alguien desde un prisma concreto, todo se vuelve sospechoso. Los policías me preguntaron por qué me echaba a llorar así, de repente. ¿Mala conciencia quizá? Y era igual con todo. Compraba ropa interior: sospechoso. Pedía algo de comer durante un largo interrogatorio: sospechoso. Me pasé años culpándome, ahora lo que hago es defenderme. El problema no era mi comportamiento. Los investigadores son responsables de sus errores, no yo», declaraba
Finalmente, Amanda y Raffaele fueron absueltos y exonerados, y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos obligó a Italia a pagar 18.800 euros de indemnización tras dictaminar «fallas flagrantes» en la investigación.
Ahora, la miniserie Amanda Knox: una historia retorcida (Disney+) nos muestra su versión. «Quiero ayudar a la gente a apreciar lo que sucede cuando la Justicia falla», explica. Y, para relatarlo, Knox ha decidido confiar en otra mujer a la que los medios también sometieron al escarnio público tras mantener una relación con el presidente de Estados Unidos Bill Clinton cuando era becaria en la Casa Blanca en los años noventa. Convertida ahora en activista contra el acoso escolar y con un pódcast de éxito donde indaga sobre temas como el abuso de poder, la vergüenza o la misoginia, Monica Lewinsky, de 52 años, es la productora ejecutiva de la serie.
«Si me hubieran preguntado sobre ella en el instituto, probablemente habría dicho: 'Ah, sí, Monica. La chica de las mamadas'», confiesa ahora Knox. Pero en 2017 coincidieron en un evento y su experiencia hizo que se reconocieran como iguales.
En ambos casos, la cobertura de sus historias fue sexista, prejuiciosa y escandalosamente presentada con tintes lascivos. No es difícil imaginar que Lewisnky se identificara con Knox. Durante su entrevista en el programa Last Week Tonight de John Oliver en 2019, Monica describió su historia como una «avalancha de dolor y humillación». El presentador revisó con ella algunas de las coberturas más desagradables, incluyendo una caricatura con micrófonos fálicos apuntando a su rostro y el incesante bombardeo de chistes del presentador de programas nocturnos Jay Leno, uno de los que más se cebó con su historia.
Tras años de persecución mediática, Lewinsky decidió utilizar su propia experiencia para concienciar a la sociedad sobre las consecuencias de la humillación pública. En 2015 dio una charla TED sobre el precio de la vergüenza y en 2018 publicó un artículo en Vanity Fair para explicar que ahora ya entendía que su relación con Clinton había sido un «abuso de poder».
«Esta mujer, que ha pasado por su propia versión del infierno, donde el mundo la redujo a un chiste, me inspiró a sentir que tal vez había un camino que podía seguir en mi vida», afirma Knox sobre su compañera, a la espera de ver si con esta serie conseguirá transformar el dolor en un nuevo propósito y dejar de ser demonizada.