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«Tenemos que entender bien qué motiva a la juventud rica»

Axel Rüger

Director de la Frick Collection, el museo más exquisito de Nueva York

«Tenemos que entender bien qué motiva a la juventud rica»

Goyas, Grecos, Velázquez... La pinacoteca más refinada de Manhattan, la Frick Collection, acaba de reabrir sus puertas tras cuatro años de profunda renovación. al frente está el alemán Axel Rüger, quien, tras dirigir la Royal Academy de Londres y el Museo Van Gogh, recibe por primera vez a un medio español.

Viernes, 07 de Noviembre 2025, 10:17h

Tiempo de lectura: 8 min

Hablar de la Frick Collection es viajar al siglo XIX de Estados Unidos, a la época que vio nacer a filántropos como Rockefeller, Mellon o el mismo señor Frick. Casi todos levantaron sus mansiones en la Quinta Avenida, frente a Central Park, la mejor localización de Manhattan. El millonario y su mujer reunieron obras maestras de pintores antiguos europeos en su mansión, el mejor pasaporte hacia la respetabilidad y el prestigio social, pues el señor Frick tenía mala reputación como hombre de negocios.

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Un palacete frente a Central Park. La Frick Collection reúne obras maestras de Turner, Rembrandt, Tiziano, Vermeer, Velázquez, Ingres... y se muestran en la que fue la vivienda del coleccionista Henry Clay Frick, un palacete magnífico frente a Central Park que acaba de ser renovado en una reforma de 220 millones de dólares. 

En 1935, su espectacular villa se convirtió en museo gracias a la donación que el matrimonio hizo a la ciudad. Con el tiempo se convirtió en el museo favorito de muchos neoyorquinos. Un museo «exquisito», «único», «de tamaño humano». Ahora, la arquitecta Annabelle Selldorf lo ha adaptado al siglo XXI. Un éxito de crítica, pues aseguran que ha logrado lo más difícil: que parezca que todo sigue igual. El alemán Axel Rüger (Dortmund, 1968), tras su paso por la Royal Academy de Londres y el Museo Van Gogh de Ámsterdam, es el nuevo director de la pinacoteca y nos recibe en el mismo grandioso despacho que ocupó su fundador.

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La galería de exposiciones especiales.            

XLSemanal. ¿Cómo ha sido su aterrizaje en Nueva York tras cinco años en Londres?

Axel Rüger. He venido solo, sin familia. En Nueva York, todo es mucho más intenso y dinámico que en Londres. Aquí la gente es más acogedora y más generosa con sus contactos. Aterrizar en Europa es más difícil.

XL. Estrenan ampliación tras estar cuatro años cerrados.

A.R. Llevamos solo seis meses abiertos. Estamos aún de luna de miel. Lo más importante ha sido dar acceso al público por primera vez a la planta privada de la familia Frick. Pero se han mantenido los materiales nobles, el suelo lujoso de mármol, las paredes de tela italiana…

«Casi todos los museos echamos de menos a los turistas. El Prado y el Louvre son excepciones»

XL. Dicen que no lo escogieron como director precisamente por ser historiador del arte. 

A.R. Estoy aquí para continuar con el legado del señor Frick. Estudié en Alemania, Reino Unido, Canadá, y trabajé en museos en Estados Unidos, Londres y Ámsterdam. Sospecho que me eligieron por mi red internacional. 

XL. Vicente Todolí, que fue director de la Tate Modern de Londres, dice que ser director es estar de reunión en reunión donde la palabra 'arte' ni se menciona. Las conversaciones son como las de la City. 

A.R. Lo describe muy bien. Yo me prometí a mí mismo cuando fui nombrado director por primera vez que no diría nunca «ojalá siguiera haciendo exposiciones o escribiendo libros». Si eso es lo que uno quiere, ¡mejor seguir siendo un conservador!

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Goya como contraste. La fragua, de Francisco de Goya, llegó a la Frick Collection en 1914. Contrasta con otras obras del museo —muchas de ellas, retratos aristocráticos— por mostrar una escena de trabajadores y de vida cotidiana. Goya lo pintó en 1819.  

XL. La ampliación ha costado 220 millones de dólares. ¿Quién los ha sufragado?

A.R. Muchos muchos donantes; algunos increíblemente generosos y patronos del museo.

XL. Los museos en Estados Unidos no reciben dinero de la Administración. Eso tiene ventajas; por ejemplo, la política no permea igual que en un museo público. 

A.R. Efectivamente. La mayoría de las grandes colecciones europeas fueron fundadas por el Estado a partir de colecciones reales como el Prado. En Estados Unidos fueron iniciativas privadas. Pero la política ha calado aquí y también en Europa. 

XL. ¿Es más difícil encontrar patrocinadores, donantes, hoy?

A.R. Nunca ha sido sencillo, pero ahora el clima económico hace que la gente no se sienta particularmente generosa. Me preocupa la siguiente generación.

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La sala Fragonard.

XL. ¿Los de 40 años?

A.R. Y más jóvenes. Hay un reto enorme en la transferencia de riqueza de la generación del baby boom a los más jóvenes. Muchos de los que van a heredar esa riqueza tienen valores muy diferentes a los de sus padres. Tenemos que entender bien qué motiva a la juventud rica.

XL. La juventud está más interesada en temas sociales o medioambientales, ¿no?

A.R. Así es. ¿Qué papel pueden desempeñar los museos? Quizá no mucho. Mi reto es descubrir cuáles son sus motivaciones. En el mundo de las grandes tecnológicas también hay poco apoyo al arte. Me preocupa.

XL. ¿Qué le diría a un joven para que invirtiera en arte?

A.R. Le diría: «¿Lee? ¿Ve películas?». Alguien ha diseñado este vaso [lo coge]. Puede ser diseño industrial, pero no deja de ser arte. Un mundo sin creatividad sería muy gris. Además, lo que esencialmente nos distingue de los animales es nuestra imaginación, la creatividad, y hace que la vida merezca la pena.

«De España escogería el Thyssen. Pero sin la ampliación. Una pena. No está a la altura, aunque adoro ese museo»

XL. ¿La Frick añora a visitantes jóvenes?

A.R. Es la pregunta del millón. Cómo atraer a la juventud. Abrimos los viernes hasta las nueve de la noche, y este verano hicimos una colaboración con HBO y una serie muy popular, La edad dorada, sobre la época gloriosa de Estados Unidos y de la creación de la Frick. Buscamos colaboraciones que nos puedan ampliar la audiencia. Y ya tenemos un 30 por ciento más de visitantes.

Henry Clay Frick

El barón ladrón del acero

Henry Clay Frick fue un industrial estadounidense que perteneció a un grupo de agresivos empresarios conocidos como los ‘barones ladrones’, que amasaron gigantescas fortunas imponiendo tácticas monopolísticas y enfrentándose a los sindicatos.

A los 21 años apostó antes que nadie por el coque —derivado del carbón—, imprescindible en la fabricación del acero. A los 30 años ya era millonario. El episodio más polémico de su... Leer más

XL. ¿Cree que hoy podría darse la generosidad del señor Frick?

A.R. Están los casos del señor Thyssen o de otros que han fundado museos. Pero hay demasiadas pinacotecas de este tipo, creadas individualmente. Todos quieren que su nombre figure, pero no creo que esto sea bueno; se fragmenta demasiado.

XL. Tras la covid, las cifras de visitantes no se han recuperado ni en Reino Unido ni en EE.UU.

A.R. Casi no hay museo que no eche de menos a los turistas. No hay uno que no esté desesperado por atraer visitantes. El turismo en Nueva York ha bajado; por Trump y por razones económicas.

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Triunfo sereno. Diego de Velázquez pintó en 1644 Felipe IV en Fraga para conmemorar la recuperación de Lérida frente a los franceses. Muestra al rey sereno, sin triunfalismo. Frick lo compró en 1911 y es una de las joyas de su colección.  

XL. ¿Qué ha cambiado?

A.R. Por ejemplo, en Londres, en la Royal Academy, teníamos un público muy grande de mujeres de mediana edad que vivían fuera de la ciudad pero que venían cada semana a visitarnos. Desde la covid están contentas en sus pueblos, quedan a jugar a las cartas o hacen jardinería. Al Londres ruidoso, sucio y caro vienen una vez al mes. ¡Esos visitantes significaban un 30 por ciento y se han esfumado!

XL. El Museo del Prado sigue batiendo récords de visitantes.

A.R. El Prado o el Louvre son excepciones. Los hábitos han cambiado. La vida es demasiado cara y se ahorra en ciertas cosas. Nuestra entrada cuesta treinta dólares. Además, la gente trabaja mucho en casa y no va al centro.

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Retrato poco común. La condesa de Haussonville, de 1845, es uno de los pocos retratos pintados por Jean-Auguste-Dominique Ingres. Lo adquirieron los responsables de la Frick Collection en 1927. Pagaron por él 125.000 dólares. 

XL. Los museos compiten con otras formas de ocio siempre.

A.R. Sí, pero ahora competimos con otras experiencias relacionadas con el arte que atraen a los jóvenes: el arte digital, las exposiciones inmersivas. Estamos en un momento de cambio, expectantes de ver cómo la inteligencia artificial va a afectarnos. 

XL. ¿No hay nada como la experiencia física de contemplar una obra arte?

A.R. Soy un ferviente creyente en esa experiencia frente a la digital. Pero para los jóvenes es igual de real ver una obra en el móvil que directamente en la pared.

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Vermeer, el último. Ama y criada, una de las tres obras de Johannes Vermeer que tiene la colección Frick, y solo hay 36 Vermeers en el mundo. Frick la compró en 1919, el año de su muerte, por 290.000 dólares. Fue su última adquisición.  

XL. ¿Se imagina una exposición inmersiva en la Frick?

A.R. Cuando empecé como director en el Museo Van Gogh, en 2006, no había una sola experiencia inmersiva; y en 2019, que me fui, estaban en cada rincón. Pero la Frick es una experiencia inmersiva en sí misma. Estás metido en una mansión rodeado de toda su grandeza, la decoración y una colección excepcional. No necesitamos florituras digitales, pero quién sabe. 

XL. ¿Qué museo español escogería? 

A.R. El Museo Thyssen. Pero sin la ampliación [en voz baja]. Una pena. No está a la altura, aunque adoro ese museo. Y el otro que me encanta es el monasterio de las Descalzas Reales. Un sitio increíble, salvaje y teatral.