
Nigel Richards, un exfontanero que ya es leyenda
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Nigel Richards, un exfontanero que ya es leyenda
Viernes, 03 de Octubre 2025, 10:59h
Tiempo de lectura: 10 min
Cuando los mejores jugadores del mundo hablan de él, bajan la voz y lo llaman solo por su nombre de pila, Nigel, en señal de respeto. La primera vez que se supo de este genio fue en 1997, cuando dejó su trabajo como fontanero, se subió a su bicicleta y pedaleó 14 horas hasta el Campeonato de Nueva Zelanda en Dunedin. Por supuesto, ganó el torneo. Nigel fue capaz de memorizar el diccionario británico Chambers, de 1920 páginas, con solo leerlo. De hecho, Nigel, el cinco veces campeón mundial de Scrabble en inglés, a los 58 años es la persona que quizá conozca más palabras en el mundo. Alrededor de 281.000 en el Scrabble inglés, unas 84.000 menos en el americano. Y no solo eso. En noviembre del año pasado apareció de repente y por primera vez en el Campeonato Mundial de España, en Granada. Ganó perdiendo solo una de 24 partidas celebradas. Y más sorprendente aún: arrasó sin saber decir casi 'hola'. También ganó el campeonato francés sin apenas hablar ese idioma.
«Juega mejor que un ordenador», se decía hace 25 años. Hoy todavía no hay ninguna IA que lo supere o que entienda cómo juega. Nigel es el Bobby Fischer del Scrabble. Un misterio, un enigma. Un extraterrestre. Se dice que vive en Kuala Lumpur (Malasia) sin ser reconocido, como un ermitaño. No tiene página web ni Instagram ni equipo de prensa. No se le puede escribir ni llamar. Nigel Richards, el mejor jugador de Scrabble de la historia. El gran desconocido de los deportes mundiales.
Con más de 165 millones de copias vendidas, el Scrabble se juega en todo el mundo. En Nigeria es casi un juego nacional. La idea que lo sustenta es simple: de dos a cuatro jugadores forman palabras con letras extraídas al azar, y cada letra tiene un valor, que será más alto cuanto más rara sea esta. En los torneos, dos jugadores roban siete fichas cada uno. Quien logre colocar las siete gana un bingo con 50 puntos adicionales. Al final, el jugador con más puntos se lleva el triunfo. Un dato: ALTOZANO es una de las palabras más rentables en el Scrabble español; si se coloca con habilidad, puede dar hasta 284 puntos.
El Scrabble se considera un deporte mental, como el ajedrez; de hecho, se juega en escuelas para desarrollar habilidades lingüísticas. Los grandes jugadores conocen el 90 por ciento de las palabras de su idioma. Nigel conoce el cien por cien. Porque, a diferencia de otros deportes, en Scrabble no hay debate sobre quién es el mejor de la historia. Está claro que las palabras se pueden aprender. Pero ¿por qué Nigel inmediatamente ve cuál es la mejor jugada? Sin dudarlo, sin pensarlo. ¿Cómo es posible? Ningún programa ha sido capaz de hacer eso antes.
El ajedrez es perfección. Los jugadores tienen toda la información, hay innumerables resultados posibles de una partida, pero en las primeras jugadas el juego está sentenciado; el resto es paciencia y disciplina, y luego crueldad hasta el final. En Scrabble no se busca la perfección. Puedes ser tan bueno como quieras, pero a veces tienes suerte, a veces mala. El número 100 del mundo puede vencer al número 1. El Scrabble es como el ajedrez con dados. Pero Nigel Richards parece estar por encima de la suerte. Orbita más arriba.
Alfred Mosher Butts
En medio de la Gran Depresión en 1938, un arquitecto en paro de Nueva York llamado Alfred Mosher Butts decidió crear un juego de mesa. Descubrió que hay tres tipos de juegos: de movimiento, de números y de palabras. Juegos de movimiento son las damas y el ajedrez; juegos de números son Sudoku y Bingo; y los de palabras son los anagramas y crucigramas.... Leer más
Hace muchos años, en una ceremonia de premios, el organizador le preguntó a nuestro hombre: «¿Te gustaría decir algunas palabras?». «No sé nada», respondió. Muy poco se sabe sobre Nigel Richards. Hace quince años, un periódico de Nueva Zelanda intentó localizarlo. El periodista no logró hablar con él, pero sí con su madre. La mujer dijo que Nigel era un estudiante del montón y que empezó a jugar al Scrabble a los 28 años. Nunca había leído otro libro que no fueran diccionarios. Cuando aprendió a hablar, no le interesaban las palabras, solo los números. Nunca había estado en una discoteca. Podría haber estudiado, pero empezó a trabajar en correos. Su madre dice que monta mucho en bicicleta para poder pensar. En el año 2000 se mudó a Kuala Lumpur; ella no sabe qué tipo de trabajo hace allí (se dice que vigila cámaras para una empresa de seguridad). Es vegetariano, no bebe ni fuma, es frugal y no muestra ningún interés por la televisión, la radio ni los acontecimientos mundiales. No se esfuerza en tener vida social, pero tampoco es antisocial. Richards solo dio información sobre sí mismo una vez. Fue en 1999, cuando aún no era famoso. Le contó a un periodista cómo aprendió palabras: escaneaba listas y, de alguna manera, se le quedaban grabadas en la cabeza. Solo tenía que mirar una y ahí estaba para siempre.
A principios del verano tuvo lugar uno de los torneos más importantes de Scrabble de Asia. La cita era en la Universidad de Kuala Lumpur. Se esperaba a los mejores del mundo y se rumoreaba que Nigel Richards podía aparecer. Uno de los que había asegurado su participación era Hubert Wee, el número 3 del mundo. El año pasado, con un golpe de suerte, logró vencer a Nigel. La expectación era máxima cuando, a las 6:49 de la mañana, un hombre delgado y canoso aparece en el recinto. Camina torpemente, con vaqueros, un polo amarillo y una mochila morada al hombro. El tipo se dirige al mostrador de registro y marca su nombre en una lista.
Richards, Nigel.
Es él.
Los niños abren los ojos. «¡Dios mío!».
Poco a poco los jugadores entran en la sala donde se juega la partida. Richards busca su asiento. Los organizadores envían la información por un grupo de Telegram, pero Richards no tiene smartphone, solo un viejo celular negro. El ganador recibirá un premio de 3000 ringgits, unos 600 euros. Sobre las mesas se extienden manteles de terciopelo rojo... Y empiezan las partidas.
El Scrabble no es solo un juego de palabras: es pura matemática disfrazada de diversión. ¿Cuántos puntos vale mi palabra? ¿Dónde coloco las fichas para multiplicar la puntuación? ¿Qué probabilidad tengo de sacar una vocal de la bolsa? Los jugadores expertos son como calculadoras humanas. Memorizan cuántas fichas quedan, calculan las mejores combinaciones y optimizan cada jugada para obtener el máximo de puntos. Una... Leer más
Los jugadores, sentados uno frente al otro, permanecen en silencio la mayor parte del tiempo. Se muestran las palmas de las manos, diciendo: «Miren, no tengo nada que ocultar». Ha habido algunos escándalos en el Scrabble mundial. En Orlando (Florida), un estadounidense escondió dos letras. Se dice que otro se tragó una ficha. Hay relojes de ajedrez sobre las mesas. Richards siempre tiene la mayor cantidad de minutos acumulada en el reloj, a pesar de que se mueve con mucha calma. Parece casi relajado. Espectadores, muchos de ellos niños, han venido de toda Malasia, de Tailandia, de la India...
El juego continúa hasta que el sol se pone sobre Kuala Lumpur. Richards lleva siete victorias y tres derrotas. Oscurece, y Richards y Hubert Wee juegan por la victoria del torneo. Wee lleva 52 puntos de ventaja, no mucho en Scrabble. Richards empieza. Saca siete piezas. Wee también, con las manos temblorosas. Richards pasa. Wee escribe FOVEA: un hoyo poco profundo en los huesos u órganos. Richards escribe OO, abreviatura de la exclamación 'ooh' o un ave hawaiana.
Wee escribe entonces EGOTISE. Siete letras, un bingo. Expresarse de forma arrogante. 50 puntos extra. Richards contraataca con TINDERS. Tinder, en plural. Bingo.
Los niños y adolescentes se agolpan alrededor de la mesa. Señalan a Richards, susurran. Da miedo jugar contra Nigel Richards, dijo una vez uno de sus oponentes. Sientes como si estuviera mirando hacia dentro y repasando su mente.
Wee coloca KIRBEH. Una bolsa hecha de piel de animal, usada en Oriente Medio para transportar agua. Richards coloca LORRELL. Una antigua palabra para 'inútil'.
Wee protesta. ¿Qué palabra es esa? Los organizadores consultan en Internet. La palabra es válida. Richards tiene razón, ni se inmuta. Consigue 5 puntos extra. En Scrabble se puede 'farolear'; es más común de lo que se cree. Las 'falsificaciones' son palabras que no existen, falsificación o trampa; para algunos jugadores, es parte de su estrategia. Richards nunca 'farolea'.
Finalmente, Wee pierde la partida por 4 puntos y, con ella, el torneo. El derrotado se tapa la cara con las manos. Richards asiente, pero no sonríe. Se dan la mano. Los demás niegan con la cabeza. Algunos ríen, no lo pueden creer. «¿Cómo se te ocurre enfrentarte con Nigel?».
«¡Se sabe cada palabra!».
Entre los aplausos, nadie pregunta por el significado de LORRELL. Hay una explicación. Los mejores jugadores del mundo aprenden las palabras, pero no su significado. No les importa.
Nigel Richards se levanta y estrecha manos. Después de sus partidas, nunca alardea de haber ganado ni se hace publicidad. Otro jugador de talla mundial le preguntó una vez por qué. «Es porque no me importa», contestó Richards.