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Lilian Tintori y Leopoldo López La pareja venezolana que retó a Maduro «Concebimos a nuestra hija en la cárcel, en un baño, viendo correr las cucarachas»

Lilian Tintori, la mujer del perseguido opositor venezolano Leopoldo López, se vio obligada a convertirse en el mayor azote del régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Los entrevistamos con motivo de la publicación del libro Nos quieren muertos, del escritor Javier Moro, donde se cuenta su dramática historia.

Viernes, 15 de Septiembre 2023, 12:51h

Tiempo de lectura: 9 min

Su pesadilla empezó hace nueve años. Tras encabezar una multitudinaria manifestación contra el régimen de Nicolás Maduro, Leopoldo López se entregó voluntariamente a la Policía del dictador venezolano. Lilian, su mujer, intentó persuadirlo de que no lo hiciera y buscó, sin éxito, el apoyo de sus suegros. El líder opositor ingresó en la prisión de Ramo Verde, fue condenado a 14 años y sometido a crueles torturas físicas y psíquicas. Aquella tarde del 18 de febrero de 2014 comenzó para Lilian Tintori la peor de sus pesadillas, a la vez que nació la activista capaz de desafiar al dictador. Nos citamos con el matrimonio López Tintori en el Real Jardín Botánico de Madrid. La primera pregunta nos la hace Lilian a nosotros con una sonrisa que no perderá durante nuestro encuentro.



Lilian Tintori. ¿Qué imagen crees que doy en el libro?

XLSemanal. Al principio, la de una atractiva estrella de la televisión que se propone casarse con un político famoso de familia adinerada; que está obsesionada con tener marido e hijos y que se enfada porque el anillo de compromiso no llega. Después, esa mujer se hace muy fuerte y muy valiente y se convierte en una líder política.

L.T. Al principio era así, es verdad [ríe]. Mi padre me advirtió que me lo pensara bien. A él no le gustaba que me casara con un político, me decía que era un pasaporte hacia la infelicidad. Ahora me lo imagino diciéndome: «Te avisé» [ríe].

Leopoldo López y Lilian Tintori residen con sus tres hijos en Madrid después de huir de Venezuela jugándose la vida

XL. El que también la avisó fue Leopoldo. Primero le preguntó si quería casarse con Venezuela y después si quería casarse con él.

L.T. Y yo le contesté que sí a las dos preguntas y me dio un anillo de oro con siete brillantitos que eran las siete estrellas de la bandera de Venezuela. Para mí, el anillo más bonito del mundo.

XL. Le dejó muy claro que en su matrimonio iban a ser tres y que la esposa era Venezuela y usted… la amante.

Leopoldo López. Bueno, así exactamente no se lo planteé [protesta]. Yo le enseñé un anillo y le dije: «Esto me lo puedo quitar en cualquier momento». Pero, antes de casarnos, la llevé a hacernos un tatuaje de Venezuela y le dije: «Esta es para siempre». (Él se tatuó el mapa en la pierna; ella, el nombre del país en la muñeca).


Un mes después del compromiso, Lilian escuchó por la radio que el coche de Leopoldo, entonces alcalde de Chacao, había sufrido un atentado. Su guardaespaldas recibió un tiro en la cabeza mientras lo esperaba en el automóvil. Lo habían confundido con el alcalde porque se le parecía muchísimo.


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Un cuento de hadas... y terror. Una imagen de la idílica boda de la pareja en 2007, cuando no podían prever el duro futuro que les esperaba. Leopoldo estuvo en la cárcel tres años y medio y sufrió todo tipo de vejaciones. Lilian no solo tuvo que sacar adelante a sus hijos, sino hacer frente a amenazas e intentos de asesinato mientras luchaba por sacar a su marido de prisión.| Getty Images.

L.T. Fue muy doloroso para Leo porque eran más que amigos. Ahí empecé a darme cuenta de lo que significaba casarse con un político. Pero cuando me di realmente cuenta de que eran ciertas las palabras de Leopoldo sobre Venezuela fue cuando entró preso después de entregarse voluntariamente. Ese día, al despedirnos, me dijo bajito al oído: «Cuida de nuestros hijos». Manuela tenía 4 años y Leosan (diminutivo de Leopoldo Santiago), 1. Cuando me quedé sola con mis hijos, el mundo se me vino encima, no paraba de llorar, me sentía viuda. Mis suegros querían que nos quedáramos a vivir con ellos, pero yo no quería vivir en otra casa que no fuera la mía y la de mi marido. Quería tocar tierra y asumir desde el primer momento la situación: quería tener el control de mi vida.


Leopoldo López ingresó en la cárcel de Ramo Verde, en régimen de aislamiento absoluto. Cuando Lilian iba a visitarlo, no siempre conseguía verlo en el horario o en la fecha que le habían indicado. Tras horas o días de espera, cuando por fin lo lograba, soportaba un calvario de vejaciones.


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El azote de Maduro. Lilian Tintori durante una de las muchas manifestaciones contra el gobierno de Nicolás Maduro en Caracas el 26 de octubre de 2016. Tintori fue un verdadero quebradero de cabeza para el líder del régimen venezolano. Comprendió que solo quedaba un camino: convertir a Leopoldo en el preso político más prominente del mundo. Él no lo duda: «Tenían toda la intención de matarme. Por eso, la lucha de Lilian y los venezolanos por mantener la realidad de los presos políticos viva, fue un inhibidor para la dictadura».

L.T. Me obligaban a desnudarme totalmente y me hacían saltar con las piernas abiertas. Incluso un día les dije que tenía la regla y les dio igual. Me tuve que desnudar completamente, me quitaron la compresa y después de hacerme saltar no me la devolvieron y me la requisaron. Tenía que aguantar que me hicieran todo eso para que no me quitaran la visita, porque las visitas eran importantes para las mujeres, claro, pero eran sagradas para los presos.

XL. ¿Le contó a Leopoldo el trato que recibía?

L.T. Al principio, no; tenía miedo de que hiciera algo y nos prohibieran vernos. Pero, cuando se lo conté, me dijo que hablara con las esposas de otros presos y me reuní con ellas. Cuando escuché sus testimonios, ya solo pensaba en las injusticias hacia las mujeres. Vi muy claro que algo teníamos que hacer, no podíamos quedarnos de brazos cruzados.

L.L. Me lo contó bastante después de que hubieran empezado a tratarlas así. Yo, por mi parte, hablé con los presos y organizamos una huelga de hambre a la que se unieron cientos de presos políticos de otras cárceles. Fue una huelga muy bien organizada que, al final, y aunque perdí 14 kilos, ganamos y conseguimos que muchas de esas prácticas dejaran de hacerse.

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XL. Lilian se convirtió en la voz de Leopoldo fuera de la cárcel. Voluntad Popular crecía en seguidores, sus manifestaciones cobraban cada día más fuerza, lo que irritaba a Maduro.

L.L. Cada vez que a mí me castigaban en la celda (le retorcieron el cuello a los periquitos que me había regalado mi hija Manuela, me dejaban a oscuras varios días, me ensuciaban la celda con excrementos…), sabía que eso significaba que Lilian estaba triunfando fuera, que algo le estaba haciendo daño a Maduro.


En este contexto, Leopoldo le propuso a Lilian concebir un nuevo hijo como forma de reivindicar su libertad.


«Para ver a Leopoldo en la cárcel, me obligaban a desnudarme totalmente y me hacían saltar con las piernas abiertas. Un día tenía la regla y me requisaron la compresa»

L.L. Procrear en cautiverio nos hacía libres. Yo escribí el libro de la cárcel y lo titulé 'Preso pero libre'. Pasamos dos años planificándolo. Nos quitaron las visitas, las camas de las celdas, nos hicieron de todo para evitar nuestro momento de intimidad. Nos grabaron los vis a vis, nuestros audios los publicaban en la televisión del Estado… Y con todo nosotros seguimos adelante.

XL. Finalmente, Federica fue concebida en un sucio baño y usted cuenta que veía correr cucarachas por las tuberías.

L.T. Es así. Nos habían quitado del cuarto de visitas la cama y el colchón y nos metimos en el baño. Realmente tener un vis a vis en un lugar como aquel es amor, ¿no? Estábamos sobreviviendo.

L.L. Pero nunca nuestra actitud fue la de ser unas víctimas.

XL. ¿Con qué ánimo se acude a un vis a vis si se tiene que pasar antes por situaciones semejantes?

L.L. Con el ánimo del amor, de la procreación, de que la familia crezca…

L.T. Sobre todo, de darle ánimo a él.

L.L. De todas las protestas que yo he convocado, que han sido muchísimas, de la que me siento más orgulloso es de la de haber procreado en la cárcel a nuestra hija Federica.

XL. ¿La decisión de tener un hijo es una acción de protesta?

L.L. Exacto, es un acto de rebelión ante el encierro. La primera vez que se quedó embarazada, Lilian perdió el bebé y, cuando fue a la clínica, le sacaron una foto y publicaron que había abortado un niño de otro hombre. ¿Tú crees que yo dudé en algún momento de ella? ¡Jamás!

L.T. Y, cuando salí embarazada de Federica, montaron la campaña más fuerte contra mí diciendo que Federica no era hija de Leopoldo.

L.L. ¿Tú sabes cuál fue la dulce venganza de esto? Que cuando nació Federica era una fotocopia mía. Y ahí se acabó el chisme [ríe].

XL. ¿Le ha contado a Federica la idea con que fue concebida?

L.T. A mis hijos les decimos que ellos, antes de nacer, eran estrellas en la noche y a Federica le decimos que ella era una estrellita en Ramo Verde. Eso es amor, ¿no?

XL. ¿Se arriesgó a aumentar la familia temiendo como temía por la vida de Leopoldo?

L.T. Sí. El miedo a que lo mataran lo tuvimos siempre, pero no podía paralizarnos. Su vida no estaba segura en Ramo Verde, muchos presos políticos terminaron muertos.

«Gracias al trabajo de Lilian, dentro y fuera de Venezuela, no me mataron. Cada vez que me castigaban en la celda, sabía que ella estaba triunfando»

XL. ¿Por qué cree que no lo mataron si tantas veces amenazaron con envenenarlo?

L.L. Porque el trabajo que hizo Lilian, dentro y fuera de Venezuela, manteniendo la realidad de los presos políticos viva, fue un inhibidor para la dictadura. De que la intención de matarme la tenían no tengo ninguna duda.


Lilian se dio cuenta de que convertir a Leopoldo en el preso político más prominente del mundo era la forma de salvarlo. Aun contra la opinión de su marido y con la ayuda de su suegra, contactó con un despacho de abogados norteamericanos que dirigieron su estrategia. Aprendió inglés, derecho penal y civil… A su favor, tenía experiencia y soltura frente a las cámaras y mucha decisión. Su campaña internacional se presentó en el Press Club de Washington.


Lilian huyó de Caracas, primero por río y a nado, con Federica de 16 meses en brazos; luego en barca por mar hacia una isla caribeña, para desde allí volar hasta Madrid

L.T. Tenía delante de mí a periodistas de la CNN, The New York Times, The Washington Post, Le Monde, The Times… Toda esa gente seguro que no sabía ni quién era yo, me temblaban las piernas. Les dije que les iba a contar lo que pasaba en mi país, les hablé de Maduro, de los presos políticos, de Leopoldo, de lo que les hacían en las cárceles…


Al final de su exposición, el aplauso fue unánime. Lilian se confirmó entonces como una experta activista en la defensa de la libertad de los presos políticos e inició una gira internacional, en la que se reunió con Donald Trump, François Holland, Joe Biden, el Papa Francisco… y recuerda con especial afecto sus encuentros con Mario Vargas Llosa en Lima, Mariano Rajoy en Madrid y la entrega y generosa dedicación de Felipe González, que llegó a autoproclamarse abogado internacional de Leopoldo López.

El 30 de abril de 2019, en un fallido golpe de Estado contra el régimen de Maduro, los propios carceleros de Ramo Verde liberaron a los presos. Leopoldo y Lilian se refugiaron en la Embajada de Chile y días después pidieron asilo en la Embajada de España.

Ante la negativa de Leopoldo de abandonar el país, «no quiero ni el exilio ni la clandestinidad», Lilian huyó de Caracas, primero por río y a nado, con Federica de 16 meses en brazos; luego en barca por mar hacia una isla caribeña, para desde allí volar hasta Madrid y reencontrarse con sus hijos mayores. El 24 de octubre de 2020, casi un año y medio después de la partida de Lilian, Leopoldo abandonó la Embajada española y huyó a Colombia para, desde allí, viajar a Madrid y reunirse con su familia.