El perdigonazo de un cazador impacta en la perra de una vecina de Riofrío cuando paseaban

«Es habitual oír los disparos de los cazadores. El coto está muy cerca de la zona urbana y, de hecho, desde la urbanización hasta la zona de caza, sólo una carretera comarcal nos separa». Lo dice Carmen Rosúa, una vecina de Riofrío que ayer domingo, mientras paseaba con su perra Alice cerca de casa como cada día, se vio sorprendida por algo que «esperemos que no vuelva a suceder». Y es que, en pleno paseo con su perra, escuchó un perdigonazo tan cercano que, cuando se pudo dar cuenta, había alcanzado a su compañera. El resultado: una lesión cerca del hocico y la pérdida de parte de la oreja.

«Hay más gente en el pueblo que ha notado cerca los disparos. Se ve que no cumplen las normas. Tienen la obligación de disparar de espalda a las viviendas. Pero parece que esta vez no lo han hecho», relata Carmen, que no es la primera vez que nota que la acción de los cazadores tan cerca puede ser peligrosa para cualquiera que pase por las inmediaciones del coto.

Asegura que no pudo ver al cazador. «Como están agazapados, no les sueles ver. Y, si te enfrentas a ellos, encima se envalentonan«, dice esta vecina de la localidad lojeña. Se escuchó el tiro, la perra le tiraba como queriendo volver a casa, asustada. »pero yo no pensé que hubiera pasado nada hasta que llegué y vi la sangre», comenta Carmen, a la que varios conocidos «que saben del tema» le confirmaron que las heridas eran por perdigonazos.

Reconoce que no ha presentado denuncia, «porque parece que si no se actúa en el momento es complicado iniciar una investigación». De hecho, fuentes de la Guardia Civil niegan que nadie haya interpuesto una denuncia por estos hechos. «El problema es que no cumplen las normas, ni los horarios, ni las distancias muchas veces…», argumenta Carmen. Pero tanto ella como la asociación SOS Animalicos Loja han querido dar a conocer la situación en la redes sociales para que «haga algo al respecto quien deba». «¿Qué hubiera pasado si en lugar de darle en la cara le da en algún órgano vital? ¿Y si en vez de a ella le hubiera dado a su dueña, justo pegada a ella? ¿Y si le hubiera dado a algún niño paseando con su bici o jugando con la pelota?», se preguntan no sin preocupación desde el colectivo.

Aún es pronto desde lo sucedido, pero Alice «no quiere ni pisar la calle», explica Carmen, que la adoptó hace un tiempo con muchos miedos tras una vida de abandono. «Es un sitio por el que pasa mucha gente y lo que hace falta es que no vuelva a ocurrir. Y que no tengamos que lamentar nada», advierten desde la asociación, que se plantea iniciar algún tipo de acción para evitar situaciones como esta.

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