
Noelia Jiménez García
Loja
Jueves, 26 de marzo 2020, 11:31
Loja fue hace décadas el epicentro de una potente industria textil que suministraba producto a empresas nacionales e internacionales. Ya hace años que la crisis y la dura competencia de otros países productores hizo mella en este sector lojeño pero aún existen bastantes talleres y pequeñas empresas dedicadas a la confección e, incluso, el patronaje.
En circunstancias normales, talleres como el de Lari Muñoz se dedican un poco a todo; a moda de muchos tipos, incluida la producción de uniformes de trabajo e indumentaria profesional. Precisamente en estos días esta pequeña empresa -que cuenta con cinco trabajadores- se preparaba para abrir tienda de uniformidad laboral en un polígono industrial de Loja; lógicamente la iniciativa se ha tenido que quedar en 'stand by' hasta que pase esta situación, pero Lari y su equipo no han dudado en reinventarse y orientar su producción a los bienes que la crisis sanitaria del coronavirus está demandando con urgencia.
Periodismo y compromiso
«Teníamos producción de moda, trajes de flamenca… pero son cosas secundarias que pueden esperar. Ante la avalancha de peticiones de batas desechables desde las administraciones públicas, hemos decidido comenzar a producirlas», explica Lari, cuya pequeña empresa ya ha recibido pedidos de Ayuntamientos como los de Loja, Motril, Pedrera o Salar. «La gente de ayuda a domicilio, los auxiliares de personas dependientes y todos los profesionales que atienden a la población más vulnerable estaban sin material y no podemos dejarlos desatendidos; esta función es imprescindible», insiste Lari, desde cuyo taller salen 300 batas diarias a precio de coste.
Crisis del Coronavirus
Como indica esta empresaria lojeña, no lo pueden hacer altruistamente porque no sólo depende de ellos. «Son muchos metros de tejido que nos tienen que fabricar especialmente y unos trabajadores que tienen que ganar su sueldo. A lo que sí hemos renunciado es a los beneficios empresariales porque se están haciendo a precio de coste, para que no sea una carga para las administraciones que nos están haciendo pedidos», comenta esta empresaria, que recuerda que ahora mismo no hay stock de este tipo de material porque las producciones a gran escala están controladas por el gobierno. Se trata de batas de un solo uso como las que se usan en quirófano. «Son las de más rápida respuesta y se hacen en un tipo de fibra llamado 'no tejido' o 'non woven'». Pueden ser útiles tanto para trabajadores de residencias o centros que atienden a población vulnerable como para profesionales de cualquier empresa o administración que está en continuo contacto con personas y equipos.
Su taller sí que ha hecho y hace altruistamente 'mascarillas solidarias', como las elaboradas por diversas empresas locales -como talleres Ruiz Cobos- y decenas de costureras que, desde casa, contribuyen a fabricar estos utensilios tan necesarios en estos días. «También ha habido mucha gente que se ha puesto en contacto con nosotros para la producción de mascarillas profesionales, pero existe una homologación y no hemos visto conveniente elaborarlas para suministro», asegura Lari, que detalla las características que han de tener las máscaras homologadas. «Deben contar con unos filtros específicos que son los que realmente hacen la función de anticontagio; el resto es un antisalpicaduras de saliva», describe Lari, que afronta esta coyuntura como puede, como el resto de pequeñas empresas de la ciudad.
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