La 'operación biquini' de las ovejas, en peligro por el coronavirus

Estamos en primavera y es un momento importante para el sector ganadero de Loja y el Poniente. Tienen lugar las parideras y se acerca la temporada de la esquila, el tiempo en que se rasura a las ovejas para dejarlas desprovistas de una gruesa capa de lana especialmente molesta cuando llega el calor. Pero la pandemia del coronavirus y el confinamiento ligado a ella están poniendo en peligro tanto el esquileo como la venta del cordero ecológico y los embutidos 'halal' de la Raza Ovina Lojeña.

Cuando llegue el calor comenzará la esquila de la famosa oveja 'rabúa', una raza autóctona en peligro de extinción y que cuenta con más de 45.000 ejemplares criados en libertad en la Sierra de Loja, entre el municipio lojeño, Salar, Alhama y Zafarraya principalmente. Pero, como apunta el presidente de estos ganaderos, Juan Antonio Moreno, el temor de los criadores de la oveja lojeña es que la campaña se demore más de la cuenta por la ausencia de esquiladores, principalmente venidos de Uruguay. «No es un trabajo que guste porque es incómodo y se pasa mucho calor», reconoce Moreno de un oficio que, aunque muy sacrificado y por temporadas, proporciona a estos habilidosos del 'rapado' de ovejas 1,30 euros por animal esquilado. Teniendo en cuenta que un esquilador rasura a una media de 100 ovejas por día -dos minutos por animal-, puede embolsarse más de 2.000 euros limpios por cada mes de trabajo.

Pero esta vez la esquila, la 'operación biquini' de las ovejas, está en peligro por las restricciones en la movilidad de los temporeros, algo que ha impedido a los ganaderos contratar a estos especialistas. Según datos de la Interprofesional del Ovino-Caprino, en España hay 13 millones de ovejas y la mitad de ellas son esquiladas por alrededor de 500 trabajadores procedentes de otros países. La cuestión cuando pase este 'frío' de primavera es qué ocurrirá si estos 'artesanos' de la esquila no pueden venir a España y los esquiladores de la región, mucho menos numerosos, no dan abasto con tanta oveja. La esquila de miles de ovejas lojeñas puede retrasarse y, lo que es peor, puede afectar a la salud y bienestar de estos animales, advierten los ganaderos.

Con las parideras llegan nuevos corderos. «¿Y qué hacer con ellos?», plantea Moreno, que espera como el resto de ganaderos a que se vaya la inestabilidad atmosférica actual. «Si esquilamos antes a los animales, se podrían resfriar», comentan los criadores de la Raza Ovina Lojeña, que, gracias a las últimas lluvias, eso sí, cuentan con pastos y pueden reducir gastos de alimentación adicional. «Afortunadamente podemos sacar a pastar a las corderitas y reducir el consumo de pienso ecológico«, explica Moreno.

Los ganaderos de crianza en extensivo están acostumbrados a sacar adelante sus explotaciones con casi todo en contra. Es un sector que requiere de mucho esfuerzo con pocas ayudas. Aunque hasta antes de la pandemia el cordero ecológico lojeño se vendía como un producto gourmet en Francia, Libia y Estados Unidos, «ahora no se vende«, lamenta Moreno. »No hay ventas y a los animales hay que seguir cuidándolos, alimentándolos y llevando un riguroso control sanitario y muchos trámites«, subraya para dar idea de la situación del sector.

A la espera de qué ocurre con la esquila y con las ventas de sus productos, los ganaderos aguardan con esperanza la llegada de la fiesta del cordero de la comunidad musulmana, a finales de junio. «Ya tenemos pedidos para Marruecos», indica Moreno, que confía en que los países consumidores de productos 'halal' reactiven las maltrechas ventas que está dejando el coronavirus en un colectivo tan humilde.

Por eso, teme que los «barberos» de los alrededores no den abasto con las más de 45.000 ejemplares de la oveja lojeña, una especie autóctona en peligro de extinción que es criada por un puñado de ganaderos de localidades como Loja, Salar, Alhama de Granada, Zafarraya y otros puntos de Andalucía.

La primavera ha llegado con algunas lluvias y el pasto comienza a extenderse como una alfombra entre los almendros y los riscos de la sierra: «Afortunadamente podemos sacar a pastar a las corderillas y reducir el consumo de pienso ecológico«, explica Moreno, que preside la asociación de ganaderos de la oveja lojeña.

Hasta la llegada de la pandemia, el cordero lojeño se vendía como una delicatesen en establecimientos especializados en forma de embutidos, jamones, salazones e incluso productos de quinta gama en Francia, Libia y Estados Unidos. En apenas un mes, el cordero se ha convertido en un producto gurmé sin demanda.

«Los corderos no se venden», lamenta Moreno, a quien la crisis sanitaria le ha sorprendido con más de 700 animales preparados para su consumo: «No hay ventas salvo pedidos muy puntuales y a los animales hay que seguir cuidándolos, realizándoles sus controles sanitarios y alimentándolos«, afirma contrariado.

Además de la primavera, que traerá pasto a su rebaño, los ganaderos de la ovino lojeña tienen las esperanzas puestas en el Ramadán. «Para la fiesta del Cordero, a finales de junio, hemos apalabrado un envío a Marruecos», explica Moreno, que confía en que el mercado árabe y los países del Golfo, importantes consumidores de cordero, reactiven las ventas. La explotación de Juan Antonio tiene un millar de ovejas, y dos pastores le ayudan en el cuidado del ganado.

Ha llegado la época de las parideras y pronto la cabaña se incrementará con nuevos corderos. Y «¿qué hacer con ellos?», se pregunta contrariado. Los ganaderos están acostumbrados a sacar adelante sus explotaciones en momentos difíciles gracias a su ingente esfuerzo y al continuo cuidado de sus animales. Aunque esta vez solo les queda esperar pacientemente una mejoría de la situación para que sean sus ovejas, y no ellos, quienes salgan trasquilados.

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