El Carnaval de Loja se disfraza de magia e ironía en su pregón de 2017

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/ FOTOS JORGE MARTÍNEZ

  • Manolo Pelayo pregonó la fiesta con un sorprendente espectáculo que incluyó la actuación de agrupaciones históricas, imágenes del recuerdo y humor crítico

El Carnaval de Loja de este año no pudo empezar con mejor sonido que el de una divertida explosión de globos de colores. Lo hizo en el edificio más querido por los carnavaleros, el Teatro Imperial, al que la fiesta volvió después de muchos años ‘huérfana’ de escenario. La ocasión lo merecía porque era el pregón y Manolo Pelayo, “el baúl de disfraces del barrio Alto” como él mismo se ha definido en alguna ocasión, prometía ofrecer un espectáculo de máscaras, letrillas y hasta ilusionismo.

Antes de nada, tocaba entregar los reconocimientos a otras figuras importantes del Carnaval lojeño, uno de los más conocidos de Granada y Andalucía. La comisión municipal y la Asociación Lojeña de Carnaval entregaron la Máscara 2017 a Manuel de la Plata y Paqui Daza, una pareja que nunca falta a su cita con la fiesta, “en la que la calle marca la temperatura de la ilusión”, comentó De la Plata, mientras que Paqui, su mujer, animaba a la gente a vestirse y salir. Tras la ilusión más que evidente de Paqui y Manuel, llegó la emoción transparente de Rafa Muros, que con 26 años de chirigota y pocas primaveras más, demostró que el Antifaz a la veteranía y experiencia carnavalescas no está reñido con la juventud. Por eso los de su chirigota, Los Chiriflados, no dudaron en cantarle un pasodoble para agradecerle su entrega al carnaval y a la Peña Pablo Sola-Los del Taco. “Esta alegría es tan tuya como mía”, entonaban ante Muros, que agradeció a su madre que le metiera “el veneno del carnaval” y a su mujer su compañía en 17 carnavales, para después recordar a su padre. “Espero que esté orgulloso de mí”, decía visiblemente emocionado.

Con las reflexiones de Rafael Ramírez y Juanfran Cañadas -de la Asociación de Carnaval- sobre la necesidad de mantener viva la fiesta, arrancó el pregón de Manolo Pelayo, que comenzó con la actuación de la agrupación de Manes García y Benja Astorga. Ellos, con su popurrí, hablaron de las críticas ‘puñaladas’ propias del Carnaval o de cómo algunos pregoneros de la fiesta “desaparecieron” tras hacer los honores, todo con un humor que hizo inevitables las carcajadas del público.

Con los globos en los asientos de las asistentes, el pregonero Manolo Pelayo prosiguió la noche recordando sus vivencias en el Teatro Imperial, desde donde ayudó a Alodam -precisamente en galas como las que recordó en aquel banco vestido de Chaplin- y organizó tantos actos de Carnaval y Cultura. Nombró a personas “muy queridas”, como Antonio García ‘el Liquio’ y José del Moral, y, sobre todo, hizo un llamamiento “a luchar por la fiesta por respeto a todos los que lucharon para que no se perdiera”, defendía Pelayo mientras hablaba de aquellos años en que las esquinas del barrio Alto eran vigiladas por si venía la Guardia Civil para detener a los carnavaleros clandestinos de la dictadura.

“El carnaval es la cultura del pueblo, la imaginación, el vestuario, el humor… Une voluntades y lo mejor de cada cual con sentido crítico pero con respeto”, elogiaba Pelayo de una fiesta en la que hoy día “se echan de menos muchas agrupaciones de antes o la escuela del Carnaval”. Para alabar el Carnaval de Loja y lo que ha aportado y aporta a la ciudad, el pregonero se valió de la chirigota de sus hijos Fran y Juan Elías Pelayo y ‘Capelo’, que aportaron al acto una de las letrillas que, a juicio del pregonero, “mejor refleja lo que tiene Loja”. ‘Tenemos’ entró en escena para recordar los muchos personajes y lugares históricos del carnaval lojeño y, en definitiva, los muchos motivos que tiene la fiesta para perdurar.

La Murga y Las Niña

Carteles, disfraces inigualables, tipos memorables… se unieron sobre la gran pantalla que proyectaba parte de ese Carnaval lojeño en lo que antaño fue el Cine Imperial. Además, Pelayo volvió a ser ese ‘Sagrado Corazón de Jesús’ al que la murga de Rocío Ortiz, Kika Montoro y Virginia Moreno le dedicó un cuplé hace años. Y, como entonces, la sorpresa y la escena fueron ovacionadas. La comparsa de Las Niñas, otra indispensable del carnaval lojeño, volvió a cantar esa letrilla que, según Pelayo, tan bien reflejaba el sentido del entierro de la Trucha que pone fin a la fiesta cada año, aunque “el carnaval se va pero lo que se vive se queda”, cantaban hermoso las de Flor González.

Pelayo, inquieto, crítico y sorprendente, también hizo magia a su manera. Y tuvo el valor de convertir al concejal de Cultura, José Antonio Gómez, en una conseguida réplica de Pablo Iglesias con camiseta morada incluida. Gómez, junto al concejal de Fiestas, José Manuel Sánchez, desearon lo mejor para este carnaval que arranca, que empezó como lo que fue toda la noche el Imperial: una gran explosión carnavalesca que despierta imaginación, risas y espíritu crítico.

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